En una ciudad en crecimiento, en una zona moderada de la misma, en una modesta casa posada en una modesta calle, donde todo es tranquilo, donde todos los vecinos se saludan en la mañana al verse al salir al trabajo, donde se conocen las amas de casa, bueno, pocas amas de casa que aun existen y donde los niños pueden jugar en las calles sin miedo a que sean lastimados, vive un hombrecillo, modesto y serio, con un trabajo que le acomoda y que ama pero que también pone el pan sobre la mesa, no ostentaba lujos pero, si puede darse el placer de tener una bonita casa de tamaño donde puedes acomodar a un padre, una madre y dos hijos.
Este hombre vivía con su pequeña hija, una niñita de cabellos negros y rizados, largos y hermosos, siempre con un moñito bien arreglado y un vestido que le acomodaba al color de listón que usara, siempre cargando una hermosa muñeca de porcelana, con los cabellos castaños y rizados como los que ella tenia, siempre la vestía y peinaba de manera como ella estuviera presente, sus calcetitas blancas y zapatitos negros, de charol, tan pulidos y bellos que destellaban cuando ella entraba dentro de la habitación danzando, dando brinquitos.
Un día, tan particular y especial para ellos, por la tarde cuando habían terminado la merienda, el hombre se dirigió al estudio, en dicha habitación solo había 2 libreros de tamaño moderado, dos sillones alrededor de una mesita de te y frente a una gran ventana que daba directo a la calle y en una orilla un pequeño escritorio con su lampara para la lectura, una calculadora, una pluma con su tintero y un cuaderno donde se pasaba largas tardes sacando cuentas y registrándolas en su libro pero no ese día, ese y en particular entro a la habitación, vio al rededor de ella con un aire de nostalgia en sus ojos, cruzo la habitación, acaricio los lomos de los libros que formados como soldados bien disciplinados estaban formaditos en los libreros, al llegar al final se vio de pie frente a uno de los sillones, en la ventana las gotas de la lluvia se escurrían en el cristal y se podía ver a la gente buscar refugio del agua. Un suspiro se le escapo de entre los labios y se sentó en el sillón pequeño, tomo un libro que descansaba sobre la mesita de te y lo hojeo un poco, se alcanzaban a ver pequeñas fotografías de dos personas muy felices paseando en un parque, también posando para una imagen chusca en una feria, en una de las paginas un retrato de bodas, el tono sepia de la imagen no restaba belleza a la novia, los ojos tan llenos de amor con los que los enamorados se veían, continuando se ven unas zapatillas de bebé, el registro de un hospital y la primera imagen del pequeño retoño, tan parecida a su madre, la cara de un padre tan orgulloso y tan pleno, tan realizado, de entre las paginas, una pequeña nota se cae de entre las hojas, toca la pequeña alfombra a los pies del hombre, se inclina y la toma, ya se ve maltratada, un poco manchada la tinta con la que se escribieron las siguientes palabras:
El hombre no pudo contener un sollozo, se llevo la mano que tenia libre a la boca, sintió como la garganta se le anudo, el corazón le dio un gran vuelco, el tiempo se detuvo por un instante, así como también sintió que su corazón dejo de latir un momento; sus ojos se llenaron de lágrimas no pudo evitar el siguiente sollozo que lo llevo al llanto, la lluvia arrecio como sus lágrimas iniciaron su rápida carrera al borde de sus mejillas y mentón, no pudo contenerse y con tanto dolor y cariño, dedico su llanto a la lluvia, quien podría mantenerse integro al leer después de tanto tiempo los votos de bodas de su esposa.
Este hombre vivía con su pequeña hija, una niñita de cabellos negros y rizados, largos y hermosos, siempre con un moñito bien arreglado y un vestido que le acomodaba al color de listón que usara, siempre cargando una hermosa muñeca de porcelana, con los cabellos castaños y rizados como los que ella tenia, siempre la vestía y peinaba de manera como ella estuviera presente, sus calcetitas blancas y zapatitos negros, de charol, tan pulidos y bellos que destellaban cuando ella entraba dentro de la habitación danzando, dando brinquitos.
Un día, tan particular y especial para ellos, por la tarde cuando habían terminado la merienda, el hombre se dirigió al estudio, en dicha habitación solo había 2 libreros de tamaño moderado, dos sillones alrededor de una mesita de te y frente a una gran ventana que daba directo a la calle y en una orilla un pequeño escritorio con su lampara para la lectura, una calculadora, una pluma con su tintero y un cuaderno donde se pasaba largas tardes sacando cuentas y registrándolas en su libro pero no ese día, ese y en particular entro a la habitación, vio al rededor de ella con un aire de nostalgia en sus ojos, cruzo la habitación, acaricio los lomos de los libros que formados como soldados bien disciplinados estaban formaditos en los libreros, al llegar al final se vio de pie frente a uno de los sillones, en la ventana las gotas de la lluvia se escurrían en el cristal y se podía ver a la gente buscar refugio del agua. Un suspiro se le escapo de entre los labios y se sentó en el sillón pequeño, tomo un libro que descansaba sobre la mesita de te y lo hojeo un poco, se alcanzaban a ver pequeñas fotografías de dos personas muy felices paseando en un parque, también posando para una imagen chusca en una feria, en una de las paginas un retrato de bodas, el tono sepia de la imagen no restaba belleza a la novia, los ojos tan llenos de amor con los que los enamorados se veían, continuando se ven unas zapatillas de bebé, el registro de un hospital y la primera imagen del pequeño retoño, tan parecida a su madre, la cara de un padre tan orgulloso y tan pleno, tan realizado, de entre las paginas, una pequeña nota se cae de entre las hojas, toca la pequeña alfombra a los pies del hombre, se inclina y la toma, ya se ve maltratada, un poco manchada la tinta con la que se escribieron las siguientes palabras:
"Nunca creí en la vida que fuera a encontrar a alguien como tú, y tampoco pensé que fuera a encontrar en esa misma persona a un amigo, un compañero, un pilar, un lugar a donde puedo sentirme segura, donde se que el mundo no puede tocarme con sus garras, a un hombre de bien, y ahora, a un esposo devoto, doy gracias a esta vida y doy gracias a ti por dejarme se parte de tu existencia, de no haberme dejado ir y de creer siempre en mi, te amo, mi amor es una llama eterna que ningún invierno podrá sofocar jamas"
El hombre no pudo contener un sollozo, se llevo la mano que tenia libre a la boca, sintió como la garganta se le anudo, el corazón le dio un gran vuelco, el tiempo se detuvo por un instante, así como también sintió que su corazón dejo de latir un momento; sus ojos se llenaron de lágrimas no pudo evitar el siguiente sollozo que lo llevo al llanto, la lluvia arrecio como sus lágrimas iniciaron su rápida carrera al borde de sus mejillas y mentón, no pudo contenerse y con tanto dolor y cariño, dedico su llanto a la lluvia, quien podría mantenerse integro al leer después de tanto tiempo los votos de bodas de su esposa.
"Para los sueños que jamas morirán espero que este cuento os guste"
1 comentario:
Que hermosos tus scritos, me alegra ver que la inspiración vuelve a ti no la pierdas nunca.
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